Madrugar a veces puede resultar complicado, sobre todo a principios de semana y más durante el invierno, cuando el sol sale tarde y las temperaturas son bajas. Así que aquí están nuestros seis consejos y sugerencias para levantarse temprano y en buena forma todas las mañanas.
Dormir pronto
Para madrugar está claro que hay que acostarse temprano, cosa que no todo el mundo da. Es imperativo, incluso es la primera condición para llegar allí, porque el cuerpo necesita un número incompresible de horas del sueño para poder descansar y regenerarse. Aunque esta duración del sueño varía de persona a persona, por lo general cae dentro de un rango de seis a ocho horas por noche que tiende a disminuir con la edad. Levantarse temprano, así que se regula y adopte el hábito saludable de acostarse siempre que sea posible, a una hora fija, preferiblemente alrededor de las 22:00 o las 23:00 horas, si tiene como objetivo despertarse sobre las 6:00 o las 7:00 horas. Sobre todo, asegúrate de dormir lo suficiente, porque de lo contrario no solo tendrás problemas para madrugar, sino que también estarás sujeto a un intenso cansancio que puede inducir, a largo plazo, a enfermedades y trastornos bastante graves, entre ellos, enfermedades del corazón.
Evitar factores afectando el sueño
Para poder acostarte temprano, evita factores que alteren o retrasen tu sueño. Entre estos factores se encuentran las pantallas de los smartphones, televisores u ordenadores y su luz azul que debe apagarse al menos dos horas antes de acostarse. También hace falta evitar cenar demasiado tarde o tomar un tentempié justo antes de dormir. Asegúrese de cenar correctamente y lo suficientemente temprano para evitar sentir hambre justo antes de acostarse. También se deben evitar los estimulantes como el café, el té y el alcohol, y esto, desde el final de la tarde.
Poner en marcha las condiciones adecuadas para un buen sueño
La hora a la que te despiertas y tu estado de salud en ese momento depende, por supuesto, de la calidad de tu sueño y de la hora a la que te quedas dormido. Para optimizar estos factores, adopta buenos hábitos que te permitan relajarte, como meditar, practicar yoga, leer, beber infusiones relajantes que favorecen el sueño, como la manzanilla. También establecer un ritual antes de acostarse. Esto puede consistir en un cambio de ropa, una ducha o un lavado rápido. También asegúrese de que las condiciones en su dormitorio sean óptimas. Durante el invierno, evitar el sobrecalentamiento, porque la temperatura ideal para conciliar el sueño es de 18 °C. En el verano, trate de refrescar la habitación tanto como sea posible usando un ventilador o abriendo bien las ventanas. Puedes dormir con todas las luces apagadas, pero si prefieres tener algo de luz, que es lo que hacen muchos, evita las luces que producen luz blanca, azul o verde. Prefiere una iluminación suave y cálida que produzca una luz naranja o roja que favorezca el sueño. Tampoco descuides la calidad de tu ropa de cama, ya que esto tiene un fuerte impacto en la calidad de tu sueño.
Cambiar sus hábitos gradualmente
Un cambio repentino en tus hábitos puede ser más perjudicial que beneficioso. Si necesitas cambiar tu rutina para levantarte temprano, hazlo gradualmente acostándote media hora o quince minutos antes cada noche. Al cambiar su ritmo gradualmente, no apresures tu cuerpo y evitas fatigas mayores que un cambio repentino puede inducir. También debe evitar hacer ejercicio. Durante las tres horas antes de acostarse. La actividad física intensa excita el cuerpo e impide la relajación necesaria para conciliar el sueño.
Haga luz en la mañana tu aliado
Durante la noche, en ausencia de luz del día, tu cuerpo produce automáticamente melatonina, la hormona del sueño. Para poder levantarse temprano y renovado, debe detener la producción de esta hormona exponiéndose a la luz del día. Abrir las cortinas y las persianas de par en par tan pronto como se despierte puede ayudarlo a despertarse más rápido y así comenzar el día en buena forma y de buen humor. También puedes dormir con las cortinas abiertas o entreabiertas, o instalar cortinas que no bloquean completamente la, luz así, te dejas despertar suavemente por la luz del sol naciente, que además de ser agradable (cuando te acostumbras), tiene muchas virtudes para el cuerpo y la mente.
Motívate a ti mismo
Levantarse temprano en la mañana cuando no estás acostumbrado requiere mucha motivación. Para conseguirlo, debes, por tanto, estar decidido y centrarte en los motivos que te llevan a madrugar. Piensa en estas razones tan pronto como abras los ojos: tu trabajo, el negocio que estás comenzando, los niños que debes cuidar, tu pasión, el deporte o el pasatiempo que debes seguir. Al pensar en ello tan pronto como suena la alarma, aumenta su motivación y sus posibilidades de levantarse de la cama más rápido. En cuanto a despertar, olvida el botón de repetición, lo que te da la ilusión de poder dormir unos minutos más, lo cual no sirve de nada. Olvídate también de las múltiples alarmas que pones el día anterior con intervalos de cinco o diez minutos. Lo ideal es programar una sola alarma y levántate en cuanto suene. Volver a dormir después de la primera alarma y despertar cinco minutos después no te hace sentir mejor, al contrario. El truco para obligarte a levantarte a la primera alarma es colocar tu teléfono o despertador lejos de la cama, lo que te obliga a levantarte para apagar la alarma.